“El virus P, la enfermedad que vuelve sordos y ciegos a los políticos”.

Nos remontamos al año 1988, en una ciudad ubicada en el medio oeste de los Estados Unidos. Su población era aproximadamente de 100,000 habitantes, de los cuales el 99% murieron por la infección desatada a causa de un virus mutagénico con consecuencias mortales para la humanidad, la flora y la fauna de la zona. Al final la ciudad quedó reducida a escombros debido al impacto de un misil termonuclear como medida de seguridad nacional. No más de 300 personas lograron sobrevivir. La ciudad de la cual te estoy hablando se llama Racon City. Y no tienes por qué preocuparte, esta ciudad nunca existió. Seguramente ya habías escuchado hablar de la historia de Resident Evil, tal vez viste la película, jugaste el videojuego o leíste alguno de los libros de la saga. No te preocupes, todo es ficción.



Lo que si debe preocuparnos es la enfermedad que vuelve sordos y ciegos a los políticos, a causa del virus P. Y esta vez no lo estoy inventando, bueno no del todo. No existe tal virus, ¿o sí?. Cuando un político asciende al poder, algo cambia en su personalidad, como las personas de Racon City, mutan al contacto con el virus del poder (el virus P). ¿Conoces algún caso?, ¿esta historia te suena más familiar que la anterior?, ¿Te puedes explicar por qué ocurre? “El cerebro de los políticos cambia en situaciones de poder”, un artículo de la revista Rebelión, en el cual Roger Muñoz Navarro, Investigador en Psicología Clínica y máster en Neuropsicología Clínica, nos cuenta, desde la perspectiva de la Neurobiología y la Neuropolítica, como es que el poder hace cambiar a los seres vivos. 

“Los principales cambios que se experimentan, cuando se tienen un estatus de mayor jerarquía y valor que los demás, son hormonales. Por una parte, las personas que ascienden al poder comienzan a generar mayor cantidad de testosterona, se trate de hombres o mujeres. Por otra parte, los que cuentan con menor jerarquía generan mayor cortisol, la hormona de estrés. Es así que, los que están siempre en una jerarquía baja tienen mucho más estrés que los que están en una jerarquía alta.

Un político que gana, experimenta un efecto en su cerebro, un cambio hormonal, lo que ocurre es que la testosterona va a las zonas del cerebro donde está la empatía. Cuando hay mucha testosterona en el cerebro, menos receptores de empatía hay en esas zonas y, por lo tanto, hay menos empatía. Una persona que llega al poder con mucha empatía es posible que la pierda con el tiempo.”

Roger Muñoz define el efecto conocido como “el poder se te subió a la cabeza” como el momento en el que los niveles de testosterona son tan altos que la empatía deja de existir, y la persona comienza a preocuparse solo por sí mismo. ¿Existe cura para el virus P? Afortunadamente existe una cura para los políticos infectados con el virus P. Sin embargo, el primer paso es contar con la voluntad del paciente, es decir, que el “infectado” acepte que le está sucediendo y que necesita ayuda. Posteriormente, será necesario implementar sistemas que desincentiven el efecto del poder y promuevan la colaboración. Promover la colaboración, es la clave para eliminar el virus P. Si el virus P, te ha infectado, estás son tres recomendaciones para eliminarlo de tu sistema: 

1. Nunca decidas por cuenta propia las cosas, siempre toma en cuenta a los demás: Para tomar decisiones de cualquier tipo, siempre escucha a tus subordinados, pide opinión de un tercero, algún especialista en el tema que vayas tratar, de esta manera tendrás información parcial y objetiva para tomar tus decisiones. 

2. Un abogado del diablo: La figura del abogado del diablo puede llegar a ser muy molesta, pero es muy efectiva para combatir el virus P. Este papel lo puedes delegar a uno de tus colaboradores más cercanos, su trabajo consistirá prácticamente en cuestionar todas tus acciones, ¿Estás seguro de que es lo correcto?, ¿Has pensado en solucionarlo de una manera diferente?, ¿Cuáles son los pro y los contra de tu decisión?, ¿Por qué no lo intentas de otra manera?

3. Fracciona el poder, no lo concentres en tu persona: Delegar responsabilidades es siempre una herramienta útil para promover la colaboración, deja que tus subordinados decidan la mejor manera de hacer su trabajo, que ellos mismos se conviertan en sus propios supervisores. Delega funciones de tu cargo a tu equipo, así es, que los demás hagan parte del trabajo que te corresponde hacer a ti; y que lo hagan de la manera que crean más conveniente, que no todo tenga que ser aprobado por ti. Fraccionar el poder entre tu equipo de trabajo no solo promoverá la colaboración, descargara de ti mucha responsabilidad y tendrás así mayor tiempo para dedicarlo a recuperar la empatía con tu gente. 

Recuerda que como toda enfermedad, el virus P, es más fácil prevenir que curar.

Escrito por:
Christian Perales
peralesja@hotmail.com
Facebook y twitter: peralesja

Comentarios

Entradas populares de este blog

El político que carece de información tiende a equivocarse:

No trates de convencer al elector, ¡Emociónalo!

Momentum de campaña