“Los políticos son de marte y los ciudadanos son de venus”.
Conoces o has escuchado hablar del libro “Los hombres son de marte y las mujeres son de venus” escrito por John Gray, seguramente sí. A grandes rasgos el libro trata de comprensión; así es, de comprender que los hombres y mujeres piensan, sienten y razonan diferente; y que precisamente por eso tienen una percepción de la realidad distinta, aunque habitemos el mismo planeta. John Gray dice que su libro pretende “ser una guía para la comprensión de las actitudes y palabras del sexo opuesto como una propuesta para minimizar desde una perspectiva afectivamente positiva, las consecuencias de los desencuentros”. En el mundo de la política sucede algo similar a lo que John Gray nos cuenta en su libro. Los políticos y ciudadanos habitan el mismo planeta, pero sus realidades son totalmente distintas. El político piensa, siente y razona de una manera distinta al ciudadano. Analicemos algunas diferencias:
≠ A los políticos les apasiona, les interesa, les gusta y disfrutan mucho de la política, en cambio la mayoría de los ciudadanos tienen intereses, pasiones, gustos y pasatiempos muy variados, pero ninguno escoge la política como su mejor pasatiempo.
≠ Desde el gobierno, los políticos identifican cada departamento, cada puesto y sus respectivas funciones, se consideran expertos en administración pública. Por otra parte, los ciudadanos ven al gobierno como un todo, si un servicio público es de mala calidad, el ciudadano dice: -el gobierno es el culpable-. Si una calle tiene baches, el ciudadano dice: -el gobierno es el culpable-. Si hay un accidente por que el semáforo estaba descompuesto, el ciudadano dice: -el gobierno es el culpable-. En otras palabras, el ciudadano ve al gobierno como una sola cosa; quizás haya algunos que distingan los niveles de gobierno (municipal, estatal, federal) pero al fin de cuentas el ciudadano dice: -el gobierno es el culpable-
≠ El razonamiento de los políticos durante el gobierno les dice que no son responsables de todos los problemas que ocurren en un municipio, un estado o una nación; y que además, no podrán resolverlo todo, aunque así lo quisieran. Los ciudadanos en cambio saben que la culpa de cualquier problema público es de aquella persona que ocupa el cargo, de aquel que se vio involucrado por hacer o por dejar de hacer algo.
≠ Los políticos creen que por el hecho de ser políticos todos o una gran parte de los ciudadanos los conocen e identifican su cara, sus logros y su trayectoria política; y que por eso son muy difíciles de olvidar. En cambio, los ciudadanos difícilmente conocen a todos los políticos, y muy difícilmente los recuerdan a todos al pasar los años, los ciudadanos no terminan de conocer ni a sus familiares, mucho menos a los políticos de su ciudad, mucho menos a los de su estado, mucho menos a los de su de su nación, y mucho menos que menos los del mundo.
Con estas pocas diferencias, queda claro que existen dos mundos muy distintos: el de los políticos y el de los ciudadanos. ¿Y a qué viene toda esta comparación? Saber entender la realidad del uno o del otro, como dijo John Gray, “Nos permitirá comprender las acciones del opuesto y minimizará de manera afectivamente positiva los desacuerdos”. Ahora bien, en el mundo de hombres y mujeres, por más que intentemos ponernos en el lugar del otro, nunca podremos vivir, sentir, pensar o razonar como el opuesto, porque biológicamente sería imposible, aunque si podemos comprendernos. Pero en el mundo de los políticos y ciudadanos, ¡es posible! Es posible vivir, pensar, sentir y razonar como ciudadanos o como políticos. Si somos ciudadanos podemos ser políticos y si somos políticos podemos pensar, sentir, razonar y vivir como ciudadanos. ¿Y de qué serviría?
Los ciudadanos buscan voluntad por parte de los políticos y los políticos buscan voluntad por parte de los ciudadanos. Si uno logra comprender al otro, será mucho más fácil tener dicha voluntad.
¿Quién crees que debería tener la iniciativa de comenzar a comprender al opuesto?
Christian Perales
peralesja@hotmail.com
Facebook y twitter: peralesja
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